Hoy os ofrecemos la prueba del Mini Countryman. Uno de los últimos miembros en incorporarse a la familia Mini ha sido el Countryman. Aunque se trata de un Mini y por tamaño sigue siendo un vehículo pequeño (4,10 metros), es el Mini más grande jamás fabricado. Se trata de un crossover – algunos lo llaman SUV – diseñado bajo la misma filosofía del resto de modelos de la gama, pero con un componente práctico muy superior, amén de un buen maletero y cualidades ruteras.
No obstante, Mini no ha descuidado el ADN dinámico y cierto halo de exclusividad “chic” para su vaca lechera: lanzado en 2010, el Mini Countryman ha disfrutado de un estelar éxito de ventas. Como todos los Mini, hace hincapié en las posibilidades de personalización, y cuenta con una variada selección de motores. La familia Countryman ha dado lugar al Mini Paceman, unaversión de tres puertas más deportiva, si cabe.
Gracias a sus posibilidades de personalización, costará encontrar dos Countryman iguales.
Hemos probado para vosotros la versión Cooper D, la más equilibrada y demandada en nuestro mercado. La unidad dispone de un motor 1.6 turbodiésel de 115 CV, desarrollado a partir del antiguo diseño de Ford/PSA. La unidad probada tenía unos 2.500 km a la hora de recogerla en la sede de BMW Ibérica en Madrid. Sometemos a este Countryman a nuestra habitual batería de pruebas, ¿nos acompañas?
Chic, deportivo, “pijo”… un Mini sigue siendo un Mini
Tenemos el Mini ante nosotros, y lo primero que nos llama la atención es ese inconfundible aire chic que lo rodea. Algunos lo llamarían pijo, otros elegante, a nosotros nos convence, así que los calificativos os los dejamos a vosotros. Son muchos detalles y posibilidades de personalización los que diferencian a este Mini de su competencia, las largas en la calandra, las banderas del Reino Unido en los retrovisores, sus llantas negras de 17 pulgadas o el kit de vinilos de su carrocería.
Su frontal nos recuerda a otros Mini, aunque las ópticas son más grandes y el capó más musculoso. Su perfil lateral es bastante curioso, con una cintura alta y sin rupturas. El techo está pintado en color negro, en paralelismo con las llantas. Su superficie acristalada no es grande, acrecentando la sensación de deportividad. La zaga es el punto que más polariza la opinión del público, muchos encuentran demasiado grande el logotipo de Mini, otros admiran sus líneas musculosas y masculinas.
Las franjas longitudinales alcanzan al portón del maletero, donde encontramos el emblema del modelo y un discreto tubo de escape cromado. No hay un término medio con el Mini Countryman, muchos lo aman y algunos lo odian. Lo que queda claro es que con una buena personalización es un crossover muy llamativo (nos ha quedado más que claro paseando por las calles de Madrid), y nos costará encontrar a dos Countryman iguales. Es innegable que parte de su éxito es gracias a una imagen diferenciada y claramente premium.
Espacio y modularidad en el Mini más “Maxi”
Al acomodarme en el asiento del conductor del Mini Countryman no puedo evitar acordarme del Mini Cooper S que probé hace unos dos años. La disposición de los mandos y controles es muy similar, aunque la postura de conducción no tiene nada que ver. El Cooper S tenía una postura de coupé deportivo, mientras que el Countryman tiene una postura más elevada. No obstante, no es una posición de SUV, es una postura más baja, digna de un compacto o berlina convencional. Es desde luego más deportiva que las de sus rivales directos.
El ajuste del asiento es muy completo, pero no oculta el hecho de que es un asiento de medidas modestas: echo de menos algo más de anchura. La columna de dirección se regula en altura y profundidad, y consigo viene de acompañante el cuentavueltas. En cuanto a espacio, los pasajeros de las plazas delanteras tienen una buena habitabilidad, aunque las piernas del conductor pueden rozar con la consola central si es de alta estatura. Hasta el techo hay suficiente espacio y el reposabrazos central contribuye a la comodidad.
Como en todos los Mini, el enorme velocímetro ocupa la posición central en el salpicadero, con una pantalla LCD multifunción en su interior, donde se muestra la información del equipo de infoentretenimiento. La visualización de la velocidad no es práctica en la consola central. Por suerte, el cuentavueltas tiene una pequeña pantalla LCD donde se puede mostrar la velocidad en formato digital sin apartar la vista de la carretera. La consola central está repleta de botones, donde destaca la forma del logotipo de Mini para el sistema de climatización.
Muchos botones – como los elevalunas eléctricos – se agrupan con aspecto aeronáutico, realmente bonitos pero de usabilidad mejorable en la vida real. Esto ocurre con los elevalunas o el bloqueo de cerraduras, cuyos identificadores de noche tampoco están retroiluminados. El equipo de infoentretenimiento se maneja con un iDrive para Mini bastante cómodo. En cuanto a calidades, el salpicadero está recubierto de plásticos acolchados de buen ajuste, con plásticos duros en la consola central o parte inferior de las puertas.
Nota: Para 2013 el Mini Countryman reubica los controles de los elevalunas a las puertas. Nuestra unidad fue matriculada en 2012 y no cuenta con dicha mejora.
En ningún momento se percibe baja calidad, pero algunos SUV generalistas están a su altura, y Audi lo supera con creces en el Q3, por ejemplo. No quiero decir que sea de mala calidad, pero algunos acabados podrían mejorar con poco esfuerzo, por ejemplo, la tapa de la guantera. En cuanto a espacios portaobjetos, bajo la consola central tenemos un hueco pequeño y dos posavasos. Entre los dos asientos delanteros hay un rail con un portagafas de lo más original. El reposabrazos central tiene un pequeño hueco y las puertas pueden albergar una botella pequeña.
La guantera tiene un tamaño moderado.
Plazas traseras de lo más aprovechable y un buen maletero
En otros vehículos Mini viajar en las plazas centrales es ciertamente un incordio. Nuestra unidad era un Countryman de cinco plazas, pero de serie se ofrece con sólo dos plazas traseras. El espacio para las piernas es muy correcto, mis rodillas no chocan con el asiento delantero, donde se sienta una persona alta. Para tres personas es estrecho, pero no para dos ocupantes. En cuanto al equipaje, el maletero del Mini tiene 350 litros de capacidad, una cifra nada baja si tenemos en cuenta que el Mini sólamente mide 4,10 metros de longitud.
El maletero tiene una boca de carga a una altura óptima y de amplia anchura, pero sus formas son muy irregulares, impidiendo un almacenaje ideal de bultos de formas estandarizadas, como cajas. Existe un salto considerable entre el piso de carga y la boca del maletero. Abatiendo los asientos traseros se logra un volumen de 1.170 litros, pero la superficie de carga no queda plana. El Mini Countryman equipa un kit antipinchazos. Es posible como opción montar neumátticos run-flat, que eliminan la necesidad de disponer de una rueda de repuesto.
Durante estos días el coche que pasa por nuestras manos es el Mini Countryman. El pequeño crossover de Mini ha supuesto un revulsivo en las ventas de la empresa y en países como España goza de una tremenda popularidad. De la primera parte nos quedamos con su excelente diseño y su buena habitabilidad, a pesar de que adolezca de algunos fallos de ergonomía en sus controles, algunos de ellos ya subsanados afortunadamente. Su maletero es grande y también sus plazas traseras: es el Mini menos “Mini”.
El Mini Countryman es un crossover de 4,10 metros de longitud, 1,79 metros de ancho y 1,56 metros de alto. Su batalla es corta, de 2.595 mm, y con esta motorización su peso es de 1.385 kg, no un peso pluma. Su motor 1.6 turbodiésel es un desarrollo BMW basado en el conocido 1.6 HDi/TDCi de PSA/Ford. Este desarrollo retiene la culata multiválvulas y presenta un funcionamiento más progresivo y refinado que el actual motor PSA/Ford, más brusco en su funcionamiento y con solamente dos válvulas por cada cilindro.
La versión más deportiva es el Countryman John Cooper Works, cuenta con un motor 1.6 turbo y 218 CV
Con 1.598 cc de cilindrada y turbocompresor de geometría variable, desarrolla 112 CV a 4.000 rpm y un par máximo de 270 Nm a 1.750 rpm. Acelera de 0 a 100 km/h en unos correctos 10,9 segundos y su punta es de 185 km/h. El consumo medio homologado del Mini Countryman Cooper D es de 4,4 l/100 km, y sus emisiones de dióxido de carbono de 114 g/km. Esta unidad viene acompañada de una caja de cambios manual de seis relaciones y sistema Stop&Start, pero también opcionalmente existe una caja de cambios automática.
En cuanto a los elementos de suspensión, son independientes en ambos ejes, donde en ambos casos encontramos discos de freno, ventilados en el caso del eje delantero. Los neumáticos de nuestra unidad eran unos Bridgestone Dueller H/P Sport en medidas 225/45 ZR17, ya que el coche de pruebas calza llantas opcionales de 17 pulgadas.
El depósito de combustible tiene una capacidad de 47 litros de combustible, y su autonomía real se cifra entre 700 y 800 km, aunque ya llegaremos más tarde a ese episodio de la historia.
Dinámica urbana del Countryman
Seamos francos, el Mini Countryman es un coche que va a moverse fundamentalmente en ámbitos urbanos. Además de llamar la atención, es un vehículo que se encuentra cómodo en este territorio. La postura de conducción es cómoda y permite un control correcto del tráfico, aun no siendo tan elevada como en otros SUV. Al arrancar el motor, aprecio que su aislamiento es excelente, apenas transmitiendo vibraciones algunas al habitáculo. Engrano primera y me pongo en movimiento por las afueras de Madrid.
Voy saltando de marchas y me convence el tacto de la caja de cambios, con recorridos precisos y un tacto tirando a duro, aunque de recorridos algo largos. Las marchas entran muy bien y la dirección me convence con una asistencia moderada y un feedback relativamente bueno, a pesar de ser eléctrica. El motor diesel es muy progresivo, y no se encuentra muerto hasta las 1.700 rpm, como el propulsor PSA/Ford sobre el que se basa. Por ello, es sencillo circular por ciudad a bajas vueltas, con fuerza y en un silencio muy convincente.
Las marchas son largas y favorecen una circulación tranquila. La sensación que en general los ocupantes notan es que se trata de un vehículo de calidad, bien construido y cómodo. El sistema Stop&Start es razonablemente rápido y de funcionamiento imperceptible, especialmente en el apagado. A nivel de visibilidad, ocurre lo mismo que en la mayor parte de SUV, el pilar C es grande y obstaculiza parte de la visibilidad trasera. Por fortuna, los retrovisores son grandes y la luna trasera de correctas medidas.
El tarado de suspensiones es firme, y los neumáticos de perfil bajo, por lo que es en ocasiones un coche seco al pasar por grandes baches, sacudiendo el habitáculo. Dicho sea, en general la circulación no es incómoda y el habitáculo no cruje ante los zarandeos, pero vamos a notar las zonas bacheadas (sin llegar al extremo de un tarado de deportivo). Los consumos medidos rondan los 7,3 l/100 km en el ciclo urbano.
Un Mini para viajes largos
Durante mi prueba del Mini Countryman Cooper D llegué a recorrer más de 1.000 km de autopista. De nuevo he de alabar el buen aislamiento acústico del habitáculo, donde sólo se filtra parte del sonido de rodadura. A 120 km/h el motor gira a unas 2.200 rpm, en su zona de par máximo y desahogado, con rumorosidad muy contenida. El consumo registrado durante la prueba a 120 km/h fue de 5,7 l/100 km, que nos parece correcto habida cuenta de su aerodinámica, no demasiado ventajosa (cX de 0,35).
Aunque su suspensión es algo seca, es un coche cómodo y con una dinámica a la altura de sus vivaces hermanos pequeños.
La suspensión filtra bien los baches, de nuevo, siempre que no sean demasiado grandes. El coche se nota bien plantado, y no protesta en cambios de rasante o juntas de dilatación en curva. En vías secundarias con límite a 100 km/h el consumo rodea los 5 l/100 km, bajar de ahí es complicado. No obstante, a la hora de adelantar a camiones en nacionales el motor responde con un empuje suficiente y poco retardo en la entrada del turbo. Hay que tener en cuenta que no es un deportivo, pero podemos cerrar las maniobras con garantías y seguridad.
Reacciones vivas y conducción muy divertida
Dejémonos de tonterías. Queremos saber si el Mini Countryman retiene el ADN que ha hecho famosos a los Mini, esa dinámica cuidada, casi de kart. Afronto un tramo de curvas, y aunque noto que el Countryman no es un peso pluma vira plano y permite un paso por curva sumamente neutral y estable. Realmente quedé impresionado tras un puerto de montaña, ya que esperaba que el crossover balancease mucho más. Ahora bien, no conviene olvidar que bajo el pie derecho solamente tenemos 112 CV, para más alegrías, el Countryman Cooper S.
No obstante el hecho de que BMW no haya abandonada la culata multiválvulas en este motor hace que se estire bastante bien, aunque no tiene sentido seguir acelerando por encima de las 4.500 rpm: sólo conseguiremos ruido. La caja de cambios trabaja muy bien en condiciones de exigencia y la dirección tiene un buen tacto, aunque eche de menos que sea más informativa.Se pueden enlazar tramos a un ritmo realmente alto, y colocar la zaga con un toque breve de freno y jugando con la transferencia de pesos. El DSC es poco intrusivo.
En cuanto a reacciones puras, es un coche tan neutral como un Mini Cooper, que en el límite tiende al subviraje como resorte de seguridad. Pero no me queda duda alguna de que dinámicamente, y en todos los terrenos, el Mini Countryman es un crossover sobresaliente.
de diariomotor.com de Sergio Álvarez
Es hora de concluir definitivamente la prueba del Mini Countryman Cooper D, que estos días tenemos entre manos para vosotros. En la primera parte de la prueba hemos dado cuenta de la habitabilidad de su habitáculo y de su diseño, que encandila y llama la atención por partes iguales. En la segunda parte tratamos la dinámica de este crossover, cuyo ADN retiene las cualidades prestacionales que tanta fama han dado a la familia Mini. No obstante, hemos probado una versión de tracción delantera, por lo que sus habilidades camperas son muy justas.
En cuanto al equipamiento del Mini Countryman Cooper D, le ocurre algo parecido que a otros miembros de la familia Mini. El equipamiento de serie es modesto, pero las posibilidades de personalización son tan grandes que no habrá dos coches iguales. El precio base del Mini Countryman Cooper D es de 24.500€, pero la factura puede ascender fácilmente hasta bien entrados los 30.000€. De serie, hay que decir que el equipamiento no es abundante. No se escatima en seguridad, pero sí en elementos de comodidad y habitabilidad.
En el plano de seguridad, el control de tracción DTC y el control de estabilidad DSC son de serie, al igual que el reparto electrónico de frenado y múltiples airbags (frontales, laterales delanteros y de cortina). El Mini Countryman pasó las pruebas EuroNCAP hace un par de años y fue galardonado con cinco estrellas sin problema alguno. De serie disfrutamos de llantas de aleación de 16 pulgadas o aire acondicionado, pero el resto de elementos hay que comprarlos aparte, y me refiero a casi todo lo que se os pase por la cabeza.
Es el precio de la personalización extrema, pero me parece pobre que un coche que cuesta 24.500€ no tenga de serie control de crucero, ordenador de a bordo, climatizador o sensores de luz y lluvia. Nuestra unidad venía cargada hasta los topes de equipamiento extra: faros bixenón con lavafaros, tapicería de cuero Lounge, volante deportivo de tres radios multifunción, un paquete de iluminación interior, llantas de 17 pulgadas, retrovisores personalizados, franjas decorativas en la carrocería, radio Mini Visual Boost con navegador GPS…
Las posibilidades de personalización y el carácter premium se pagan desde los 24.500€ de base.
Los sensores de aparcamiento también son opcionales, así como los retrovisores autodeslumbramiento, el manos libres Bluetooth o las conexiones auxiliares para iPod/iPhone o la entradaUSB. La misma unidad, con todo el equipamiento que lleva encima, se sube a cerca de 32.000€. Hay que decir que ninguna otra marca ofrece semejante nivel de detalle o cantidad de opciones extra, pero también el precio se corresponde. En el fondo, se trata de una marca premium, y la factura final es por tanto bastante lógica.
Rivales o alternativas al Mini Countryman
El principal rival para el Mini Countryman está en casa, la verdad. Y es el recién lanzado Mini Paceman, una versión de tres puertas del Countryman, pero con más rasgos distintivos de personalidad. El Paceman Cooper D, equipado con el mismo turbodiésel de 112 CV, arranca en 25.750€ con una dotación de equipamiento similar. Su silueta es más deportiva, más joven y más moderna. Hay que tener en cuenta que el Paceman renuncia a la plaza central trasera y su maletero tiene 330 litros de volumen disponible, sólo 20 litros menos que el Countryman.
Lo cierto es que no tiene más rivales premium, y sólo un Audi Q3 podría considerarse una alternativa, un poco cogida por los pelos. Entre otras cosas, porque mide 4,38 metros de longitud y su maletero es de 460 litros, acorde con dichas dimensiones. Su habitáculo es más amplio y construido con más calidad. Sin embargo, con tracción 4×2 sólo está disponible con el motor 2.0 TDI de 140 CV y un equipamiento Advance. Su precio arranca en 30.980€ y su política de equipamiento es similar: es muy sencillo llegar a 40.000€ si nos dejamos llevar por el comercial.
Otro rival que realmente tampoco es una alternativa clara es el nuevo Fiat 500L, la versión crossover del Fiat 500. Crece en tamaño con respecto al 500 y es de hecho 5 cm más largo que el Countryman, aunque su maletero tiene el mismo cubicaje. No encontramos la misma calidad interior y el motor es un “poquipotente” 1.3 turbodiésel de 85 CV, que eso sí, tiene consumos de récord. No obstante, sus posibilidades de customización son altas, tiene un aire bastante chic y su precio arranca en 18.300€. Puede que alguien lo tenga en cuenta.
Por último, el Nissan Juke es un crossover urbano que alguien podría barajar con respecto al Countryman. Lleva un motor 1.5 dCi de 110 CV moviendo el eje delantero, aunque no gana la batalla al Mini ni en consumos, ni en dinámica, ni en maletero, ni en calidad interior. Entonces, ¿por qué hablo del Juke? Porque es una compra emocional, al igual que el Countryman, y con elacabado Shiro (23.100€), gozamos de un equipamiento extensísimo, con navegador, llantas de 17 pulgadas, tapicería de cuero o climatizador doble automático.
Conclusiones
El Mini Countryman es un coche que realmente no goza de competencia directa. Es en casi todos los sentidos un coche único. Su dinámica es la mejor del segmento con creces, y es mejor que la de la práctica totalidad de compactos del mercado en su segmento de potencia. Su imagen es única y distinguida, y tiene ese halo chic que encandila a casi todo el que lo ve. Está disponible con tracción integral no permanente, pero sus habilidades camperas no son buenas y sólo tiene sentido equiparla como plus de seguridad, en zonas de mala meteorología.
Por supuesto, tampoco olvidamos pequeños fallos de ergonomía y una factura elevada, que como vehículo premium, toca pagar a raíz de sus infinitas posibilidades de personalización. Dicho sea esto, ha sido un coche que me dolió devolver, con el que me encariñé rápido y que pese a las desventajas que tiene, su carácter es tan fuerte que hace que se sobrelleven sin dificultad. Además, la presencia de un Paceman más deportivo y juvenil, complementa a la gama en un nicho de mercado que es rancho exclusivo de Mini. Y Mini sabe explotarlo muy bien.
Lo mejor
- Dinámica sobresaliente.
- Diseño y detalles visuales.
- Sin competencia directa.
A mejorar
Formas del maletero.
Precio.
Equipamiento parco de serie.